La soledad no debe ser un tormento

«Para amar a alguien, primero debes amarte», una frase que a pesar de ser trillada, a muchos nos cuesta comprender y sobre todo, aplicarla. A lo largo de mi vida he tenido temporadas de soltero prolongadas y aunque había sobrevivido, no eran del todo placenteras por el simple hecho de no saber convivir conmigo mismo.

La soledad aterra a muchas personas y por esta causa es que buscamos compañía de manera desesperada y cuando se encuentra dicha compañía sin haber vencido este miedo, los resultados suelen ser catastróficos por una simple razón: Dependencia.

Comenzar una relación para acabar con el tormento de estar solos puede llevarnos a generar dependencia hacia una persona, nos acostumbramos a su rutina, a realizar actividades con su compañía, nos acostumbramos a sus lugares, a sus amistades, a sus planes y por supuesto a sus mensajes, a veces ni siquiera nos damos cuenta de esto hasta que la relación llega a su fin, tristemente, la soledad es ahora más aterradora.

¿Por qué nos cuesta estar solos? Porque no sabemos destinar tiempo y energía hacia nosotros, prestamos tanta atención e importancia al exterior que nos olvidamos del ser maravilloso que somos. «Me gustaría tener una pareja para ir al cine.» «Me gustaría un noviazgo para ir por un trago los fines de semana» anhelamos compañía porque creemos que esas actividades solo pueden realizarse con alguien más y nos perdemos la oportunidad de intentar hacerlo solos, de pasar tiempo de reflexión, de disfrutar y de conocernos.

Cuando aprendes a estar contigo mismo, descubres lo sano y divertido que pueden ser los ratos de soledad y lo mejor de todo es que ahora las compañías se valoran y se escogen de manera más madura. Si soy capaz de pasar ratos agradables por mi cuenta, lo menos que espero es que la persona que esté a mi lado me haga sentir lo mismo y si un día se va, entonces sé que me tengo a mí para seguir disfrutando de la vida.

Aprender a estar solo, es el paso más importante para amar de manera sana, amar sin necesitar, amar simplemente por el gusto de compartir felicidad y permitir ser amado. No voy a llorar cuando te vayas, pero ahora que estás conmigo vamos a reír hasta el cansancio.