Casi un año sin pasarme por aquí, desde hace unas semanas quería retomar el blog pero para serte sincero no tenía ni la menor idea sobre qué escribir, hasta esta momento. Últimamente he sentido que el tiempo se me ha pasado rapidísimo y esto se debe a que han sido días productivos, días en los que he aprovechado para hacer cosas que tenía pendientes, algo tan sencillo como limpiar y organizar mi habitación, realizar depuración de mis pertenencias, dedicarle un tiempo al funcionamiento y diseño de mi blog y por supuesto, la universidad.
Esto me ha llevado a reflexionar acerca de la pasividad que a veces mostramos, no quiero que se preste a malentendidos, merecemos tomarnos una pausa para descansar (Es sano y necesario), el inconveniente se encuentra cuando nos quedamos en ese estado de manera prolongada, en el que nos acostumbramos a simplemente estar ahí, en la rutina, sin tomar cartas en el asunto, esperando que el reloj avance y el día termine, ¿Y qué crees? ¡Me pasó!
Por un par de meses arrastré cansancio y no solo físico, sino emocional; después de terminar mi tercer libro y dedicarme a la distribución del mismo, me propuse darme un descanso, me sentía fatigado y sin ánimos para hacer algo, lo tomé con calma, era natural, todo proyecto te deja algo de estrés y ese fue el caso de mi libro, que aunque ya había vivido esta experiencias con los libros anteriores, no dejaba de ser un momento de nerviosismo y estrés.
El problema estuvo en que al terminar la venta de mis libros, realmente no me tomé el descanso o mejor dicho, no lo aproveché, terminé haciendo otras cosas que no me aportaban valor, me acostumbré a este estado, en el que simplemente veía el tiempo pasar y no descansaba pero tampoco aprovechaba el tiempo, simplemente estaba ahí, detenido.
Algo que no me agrada de mí y que estoy trabajando, es el hecho de que soy una persona que está llena de ideas y de intenciones pero que al momento de la verdad, termina poniéndose pretextos y obstáculos, ese que se la pasa diciendo que no le alcanza el tiempo cuando realmente lo ha tenido, solo que le han faltado ganas, motivación, disciplina, vencer el miedo…
Sé que suena trillado, pero el tiempo es oro y es un desperdicio no aprovecharlo para hacer las cosas que nos apasionan o aquellas cosas que hemos querido hacer pero que por una u otra razón nunca nos hemos atrevido a realizar; aprender a dibujar, bailar, cantar, leer algún libro, ver una película, viajar, hablarle a la persona que nos interesa, expresar nuestros sentimientos, iniciar una carrera universitaria, postularte para un empleo, todas esas cosas que rondan nuestra mente pero a las que siempre encontramos algún pretexto y terminamos en un estado pasivo que nos convierte solo en espectadores.
¿Cuánto tiempo estás dispuesta/o a perder? ¿Esperarás al próximo mes? ¿El próximo año? ¿Seguirás esperando a que otros tomen acción? ¿Esperarás a que la persona que te guste inicie una relación con otra persona y entonces te cuestiones por qué no te acercaste? ¿Dejarás que pasen los años para cuestionarte lo que pudiste haber hecho entonces? Deseo que no, te lo dice alguien que por mucho tiempo ha estado en una situación pasiva y que por años vivió con el arrepentimiento de no haber intentado o realizado ciertas cosas.
No veas el tiempo pasar, no dejes que se vayan las oportunidades, no te quedes queriendo, no te quedes soñando, imaginando, ve y hazlo realidad, inténtalo, arriésgate, no importa el tamaño de la acción, no se trata de dar pasos gigantes, procura que cada día te vayas a dormir sabiendo que hiciste algo que disfrutaste, algo que querías hacer desde hace tiempo, que fue un día productivo, que fue un día que te acercó a tus metas, que fue un día que te ha dejado con ganas de continuar mañana.