Un tal Andrés Ixtepan
Llegué a este mundo un 21 de Junio del año 1995 en medio de los sofocantes calores de la ciudad de Coatzacoalcos, Veracruz, en México. Allí pasaría los primeros 6 años de mi vida, entre la playa, la música tropical y la peculiar carne chinameca. Para ser sincero, es poco lo que recuerdo de aquella infancia en la costa, aunque cada vez que la visito (Que no es muy frecuente) me siento como en casa. Por asares del destino y por supuesto, de trabajo, mis padres tomaron la decisión de mudarnos a Tehuacán, Puebla. Aunque dos años más tarde, nos mudaríamos nuevamente, esta vez siendo Ocozocuautla, Chiapas nuestro nuevo destino, «Coita» como se le decía de cariño, era un municipio muy acogedor, recuerdo que viajábamos constantemente a Tuxtla Gutierrez para realizar algunas compras ¿Y por qué no? Para pasear. Si bien, nuestra estancia por Chiapas fue efímera, la realidad es que la recuerdo con cariño, a veces me pregunto qué hubiese sido de mí y por supuesto, de mi familia si nos hubiésemos quedado allá. Pero bueno, continuemos.
Un par de años después, nos mudamos una vez más, sin embargo en esta ocasión no se trataría de un nuevo destino, sino un viaje de regreso a Tehuacán. Esta vez tendría todo el tiempo del mundo para conocer esta pequeña, pero hermosa ciudad. Tehuacán ha sido la ciudad en la que he vivido la mayor parte de mi vida, estudié la secundaria, la preparatoria y la universidad, siendo mercadotecnia la licenciatura de mi elección aunque llevo un par de años sin ejercer. ¿Por qué? Porque decidí que quería escribir y es ahí donde entramos al siguiente tema.
Mi encuentro con la escritura
Alguna vez me preguntaron ¿A qué edad comenzaste a escribir? Por supuesto, refiriéndose a la pasión por la escritura y no tanto a la práctica/rutina que adoptamos en los primeros años de formación en la primaria. «Creo que entre los 19 y 20 años» fue mi respuesta. Cuando alguien practica alguna actividad artística, sea música, pintura, fotografía o literatura, se espera que esa pasión haya despertado desde un momento temprano en la vida y la realidad es que yo no recuerdo haber tenido ese interés y amor que tengo ahora, aunque es cierto que desde la pubertad era el típico chico que publicaba frases románticas y de desamor en sus redes sociales. Si te encontrabas algo cursi o melancólico en tu feed, al instante sabías que era Andrés.
Me encontraba cursando el séptimo cuatrimestre de la licenciatura cuando decidí crear una página en Facebook, la idea inicial era compartir frases de amor que comenzaban a revolotearme en la cabeza y como era de esperarse, fracasé, jajaja, recuerdo que solo me leían algunos compañeros de la universidad y podía contar con los dedos de una mano los que compartían mi contenido. Seguí experimentando y ese «proyecto», si es que le podemos llamar así, terminó convirtiéndose en un blog de moda o en un intento de eso, ya que para entonces estaba probando suerte con la fotografía, me interesaba tomar retratos y la idea de tener un blog de moda me emocionaba. Creo que tuvimos momentos muy buenos con ese blog, no llegó a ser lo que hubiese querido pero sin duda alguna en aquel momento me hacía sentir orgulloso. Por asares del destino, terminé siendo editor de una fanpage de humor bastante grande y fue ahí donde empecé a conocer de mejor manera el funcionamiento de las redes sociales, sobre todo de Facebook.
Colaborar como editor, me permitió impulsar algunos proyectos de comedia al grado de tener una comunidad de más de 2,300,000 seguidores. Era el año de 2017 cuando estaba en mi mejor momento con esa fanpage cuando me ocurrió algo que cambió por completo mi rumbo: Me enamoré. Pero así de rápido como me enamoré, así de rápido terminé con el corazón roto. Entonces empezaron a llegar a mi mente algunas frases, que más que frases, eran indirectas para la persona de la que me creía enamorado. Sabía que tenía que dejarlas salir, pero compartirlas en mi fanpage de comedia no era lo ideal, así que decidí crearme una página en la que pudiera compartir esos pensamientos. Lo hice, dejé que saliera todo ese desamor que me estaba estorbando y terminé llevándome la sorpresa de mi vida. En menos de dos semanas esa fanpage ya tenía 150,000 seguidores.
Pasaron las semanas y seguimos creciendo con la comunidad de frases/escritos, así que llegó un punto en el que sabía que tenía que elegir un camino, ir con todo por la comedia, en la que ya teníamos una comunidad mucho más grande y con más posibilidades de alcanzar las mieles de la fama, o sentar cabeza y dedicarnos a una temática más exigente y desconocida para mí. Pues bien, elegí la segunda.
¿Por qué lo hice? Porque soy más feliz escribiendo, sin importar si soy bueno o malo, disfruto hacerlo. Cuando estaba en el camino de la comedia, solo me importaban los números, las estadísticas, crecer, viralizar contenido. Con la escritura solo me importaba materializar mis pensamientos, desahogarme, escribir algo para una persona especial. Después llegaría la mejor recompensa, el cariño de las personas que me leen, los que vuelven suyos mis escritos y los dedican a la persona que aman y eso me hace sentir que tomé la decisión correcta y que estoy donde debo estar.